¡Aquí comienza un nuevo proyecto!
Tarde o temprano tenía que suceder. Después de varias aficiones de esas que requieren paciencia, tiempo y dedicación a raudales, mis pasos (mis dedos), han venido a parar (o a no parar) a esa máquina de coser que compré hace unos años con la secreta esperanza de desentrañar los misterios de su manejo en algún momento de mi vida.
Ese momento llegó a mediados del mes de octubre. En septiembre, me acerqué varias veces a un gran almacén de telas que acababa de abrir. Me fascinaban los tejidos y soñaba con hacer un montón de cosas con ellos. Hasta que me atreví a comprar unos retales para ver qué salía de mi cabeza para crear algo con ellos. Así que unos días después acudí a la mercería de mi barrio para comprar jabón de sastre y vi que impartían clases de costura. Fue el paso definitivo que me llevó a rescatar esa pasión de mi niñez.
Por ahora, me he centrado en la técnica llamada Patchwork por aquello de que son pedazos de telas más pequeños y por eso pensaba, ingenua de mí, que serían más manejables. Lo que sí puedo asegurar es que es fascinante, como me lo han parecido siempre los mosaicos con sus teselas y las 9120 piezas de ese maravilloso puzzle que luce en mi salón. Se trata del cuadro de Paolo Veronesse Las bodas de Caná. Aquí os dejo una imagen para que la observéis.
Como ese reto ya estaba superado, tocaba adentrarse en otros hobbies. ¡Y vaya que si lo he hecho! Aquí os enseño mis primeras creaciones.
A partir de ahora os iré mostrando todo lo que vaya haciendo. En estas fechas, como es lógico, me he centrado en los adornos navideños. Si os gusta alguno, hacédmelo saber en raquelramos74@gmail.com para preparlos a tiempo.
Después de Navidad prepararé otro tipo de artículos más funcionales, de los cuales ya tengo algunas ideas. Pero para eso, ¡tendréis que esperar!